La escena se repetia en su mente.
Fue igual la primera vez que lo sintio, la certeza de que iba a terminar haciendo algo, que la decision ya habia sido tomada, no como un impulso, no es de esas decisiones que se toman con la cabeza caliente llenos de amor o de ira, no, en este caso todo estaba calculado, coda movimiento cada detalle, era un juego de damas y sabia muy bien como mover cada ficha de manera tal que hasta cuando se está perdiendo en realidad se gana.
La ducha ese era el lugar en el que toda resolución llegaba a su fin, no sin antes pasar por varias horas de consenso en la cama, dialogando con la conciencia o con algún Dios, pidiéndole ayuda a las almohadas.
Sabia que era lo correcto, no porque estuviera escrito en algún libro, no porque alguien se lo hubiera dicho, no porque alguna ley de los hombres o divina se lo ordenara. Simplemente seguía su corazón y los instintos más primitivos también le guiaban, desde aquel momento en que algún ser superior o fuerza de la naturaleza crearón la vida, el hombre, la mujer, la tierra. Desde que el primer antepasado lucho por la libertad y la justicia, desde mucho antes lo sabía y justo ahora el calor de su sangre se lo recordaba. ¿Acaso un juez puede liberar a un presunto asesino sino esta seguro de su inocencia? Puede que si, pero este no era el caso
No podía fallar, todo pasaría tal cual se orquestaba en su cabeza, era como releer un viejo libro o mirar una película cuyos parlamentos te sabes de memoria. Estaba justo ahí frente a su destino y… De repente se quedo sin saber que hacer, ni que decir, no habían palabras.
En su mente podía escuchar al director gritar stop, todo era confuso, su corazón se detenía mientras se preguntaba ¿y ahora qué pasará?
